(Barcelona, 1909 – Romanyà de la Selva, 1983) Escritora española en lengua catalana. Miembro de la generación literaria forjada en el exilio republicano, a la que también pertenecieron Carles Riba, Joan Oliver o el narrador Pere Calders, su novelística se considera una de las más destacadas de la posguerra en el ámbito de su lengua.
De formación autodidacta (sólo recibió educación escolar entre los siete y los diez años), llegó a la literatura a través de la poesía popular y publicó tempranamente por su cuenta la novela Sóc una dona honrada? (1932).
Durante la Guerra Civil española trabajó en el Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya y en la Institució de les Letres Catalanes. En 1938, en plena guerra, publicó Aloma, novela psicológica en la que la protagonista, Aloma, aún adolescente, se entrega a una relación amorosa con un hombre maduro.
Fue una constante en su obra la elección como protagonistas de personajes femeninos que encarnan diferentes momentos y fases de la vida de la mujer: en El carrer de les Camèlies (1966) quien cuenta su vida es Cecília, una marginada forzada a prostituirse. Su vida será reconstruida a través de pequeñas confesiones, de detalles tenues y dispersos.
En 1973 regresó de su exilio y se instaló primero en Barcelona y luego en el pueblo de Romanyà de la Selva, cerca de Girona. Sus últimas obras fueron Semblava de seda i altres contes (1978), Viatges i flors (1980) y las novelas Quanta, quanta guerra! (1980) y La mort i la primavera (1986), publicada póstumamente. Escribió también varias piezas teatrales: El parc de les magnòlies, El torrent de les flors y El maniquí. Póstumamente salió a la luz una buena parte de su producción poética bajo el título Agonia de llum. Poesia secreta de Mercè Rodoreda (2002). Entre los numerosos galardones que recibió cabe mencionar el Sant Jordi (1966), el Premio de la Crítica (1967), el Ramón Llull (1969) y el Premio de Honor de las Letras Catalanas (1980).
PENÉLOPE
Me cuenta el tiempo la marinada amarga,
el mar con sueño abominable grito!
La miel dentro de la jarra se ha espesa
doy los brotes que dejaste hacen sombra larga.
¡Oh cárcavo reluciente! La seda blanca
será la luna de mi noche;
el árbol cuadrado, cabezal de nuestra cama,
extiende todavía un pensamiento de rama.
Hosco, sola, toda hiel y espina,
hago y deshago la absurda telaraña,
araña alucinada de la nada.
Un deje de amor a ras de labio sube
y muere como una lágrima de lluvia
al vivo del último pétalo que ha dañado.

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