En medio de una crisis personal tremenda, decide dejarlo todo e irse, sola, a Bali, durante un mes y medio.
En el avión conocerá a Blanca, parte importante de la historia. Su mentora y segunda madre.
A ellas se unirán dos hermanas muy distintas entre si, Raquel y María. Y también una pintora de diosas, Hera, y Jud, una amiga de Hera.
Se entremezclan las vivencias personales de la protagonista y paralelamente surge una historia policíaca.
Narrada con multitud de detalles, tan nítidos y vívidos que por momentos sientes que esta contando cosas que tu misma has vivido.
Personalmente me ha gustado muchísimo y aprovechando que ha traído a mi mente recuerdos de otros viajes, quiero hacer una mención especial a todas esas «mujeres viajeras», que en algún momento de la vida, hemos tomado la sabia decisión de viajar solas, olvidando nuestros miedos y angustias, y entregándonos plena y conscientemente a la aventura.
Y ya para rematar, mención más especial todavía, a «mis mujeres viajeras», a las que el destino nos unió, como desconocidas en un aeropuerto y hemos acabado siendo familia.
Y con las que he disfrutado de baños nocturnos desnudas sin importar si estaba permitido en el país y sin saber que el coral podía cortar nuestros pies , de horas de furgoneta en el confín del planeta, de cecina de León en medio de Tibet y pasada de contrabando en la frontera, de caminatas nocturnas para contemplar amaneceres y renaceres,de actividades prohibidas, de masajes, de fogatas, de viajes en avión que deseas no terminen nunca, de cenas de serpiente,de problemas propios que se convierten en problemas de todas y se resuelven entre todas, de tardes de compras interminables,de noches de baile y locura, de mañanas de resaca, de días casi sin dormir, de viajes estrujados al máximo y vividos con ansia y sin medida, de «quemas» de demonios, de quedarnos dormidas partidas de la risa, de horas dedicadas a nosotras y para nosotras, de momentos de meditación e iluminación,de recargas de energía, de los países visitados, de la cultura, de la gente , de la gastronomía, de confesiones inconfesables, de lloros, de consuelo y sobre todo de querernos mucho.
De cada una de ellas, he aprendido algo.
Cada una de ellas, me han enseñado leyes básicas y necesarias para vivir.
Todas ellas, me han dado un poquito de su sabiduría.
De todas hay un trocito en mi, porque me han enseñado a vivir y…. a REÍR AL VIENTO.
Por eso esta mención para ellas.
Y ojalá, todos encontréis a alguien que os enseñe a reír al viento.
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