Cada 23 de abril celebramos San Jorge en Aragón por todo lo alto, al fin y al cabo es el patrón de la Comunidad Autónoma. Pero, ¿sabéis cuál es el motivo? Pues la razón se encuentra muchos siglos atrás y muy lejos de las tierras aragonesas. Ni más ni menos que al otro lado del Mediterráneo y en tiempos del Imperio Romano, a caballo de los siglos III y IV.
El personaje real que originó la figura de San Jorge fue un soldado originario de Capadocia. Sí, esa región turca a la que quizás hayas tenido la ocasión de hacer un viaje y que se suele sobrevolar en globo. Pero sigamos con la leyenda de San Jorge que nos despistamos. El caso es que este militar como miembro de las legiones romanas acabó destinado en otro lugar del Mare Nostrum. Fue destinado a la ciudad de Silca en Libia.
Sería ahí donde realizaría el hecho por el que ha pasado a la posteridad. En Silca había un gran lago donde vivía un peligroso dragón. Para tener contento al monstruo, los habitantes de la zona le daban cada día un par de corderos para alimentarlos. Pero obviamente llegó el momento en qué se agotaron los rebaños.
Así que, ante el temor por ser atacados, los lugareños decidieron sacrificar cada poco a una joven para mantener contento al dragón. Como no era cosa fácil elegir a la mujer que literalmente iba a morir, optaron por hacer un sorteo del que saliera la desafortunada. Y en uno de esos sorteos, la elegida fue la propia hija del rey local.
Por suerte para ella no acabó en las fauces del monstruo, ya que el soldado Jorge andaba por ahí. Apareció montado en su corcel blanco, ataviado con su armadura y con una gran lanza. ¡Estaba decidido a librar a la muchacha de la muerte! Y lo logró. La pelea terminó con la lanza de San Jorge clavada en el cuerpo del dragón, tal y como lo hemos visto en muchos cuadros.
La alegría del pueblo fue superlativa. San Jorge no solo había salvado a la chica, también había librado a toda la población de su mortal enemigo. Así que, al retornar de la pelea, le dijeron que pidiera lo que fuera y se le concedería. El héroe, que había luchado en el ejército romano del emperador Diocleciano, había mantenido siempre en secreto su condición de cristiano. De manera que creyó que ese era el momento propicio para confesar su fe e incluso conseguir aumentar el número de cristianos en la zona.
Por ello, su petición fue que todo el pueblo se bautizara. Pero aquello no tuvo el efecto deseado. En tiempos de Diocleciano, el cristianismo se perseguía con fuerza y brutalidad. O sea que el héroe acabó detenido y martirizado. Por ello acabó siendo santificado más tarde y nosotros lo conocemos como San Jorge.
La leyenda dice que el propio San Jorge se apareció en Huesca en el año 1096. Concretamente durante la Batalla del Alcoraz como uno más de los guerreros que participaron en las huestes del rey Pedro I contra los musulmanes. El resultado fue la victoria de los cristianos, así que a modo de agradecimiento se convirtió en icono de Aragón.
Desde entonces se le venera en nuestra comunidad y, por supuesto, se festeja su día, el 23 de abril. Ya que se piensa que fue decapitado precisamente un 23 de abril del año 303.
FUENTE:https://www.enjoyzaragoza.es/la-leyenda-san-jorge/






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