Que la literatura haya estado presente a lo largo de su vida es algo incuestionable. Hija de la editora independiente Ana Santos Payán, la madrileña cuenta con una amplia trayectoria en el mundo editorial, habiendo trabajado en medios como Penguin Random House, PlayGround y Caballo de Troya, entre otros. Pero si hay algo por lo que destaca Luna Miguel es por su trayectoria como escritora.
Al cumplir 19 años ya había publicado su primer poema, Estar enfermo, de la mano de la editorial La Bella Varsovia y Exhumación, junto con Antonio J. Rodríguez. Sin embargo, en la actualidad son numerosas las obras que ha publicado, entre las que destacan las más recientes: Poesía masculina, Caliente y Ternura y derrota.
Asimismo, es autora de los ensayos feministas El coloquio de las perras, donde recupera a escritoras hispanas como Alcira Soust Scaffo, Elena Garro y Gabriela Mistral, y Caliente, una memoria que trata acerca del poliamor y la escritura erótica.
«Cuando el tren nos deja en la estación de Sants ella agarra la mochila violeta que contiene la mitad de los trece kilos de novela francesa que ha adquirido haciendo pesca de arrastre en las librerías feministas de París, y la toca con más suavidad de la que ha tocado nunca la cabeza rubia de nuestro hijo como si dentro de aquel tejido las novelas de señoras enamoradas fueran la fontanela de una niña recién nacida o un tesoro incalculable adquirido con más dinero del que mi esposa había tenido jamás».
PARA SABER SANAR HAY QUE SABER ENFERMAR
Apareció una y luego otra y luego otra.
Era verano y estaban por todas partes reproduciéndose como una plaga antigua.
Yo escuchaba sus latidos a través de la madera;
te pregunté si las cucarachas tenían corazón y
tú me dijiste que no sabías de eso.
Conocemos poco las cosas sencillas, pensé.
Nada nos importa hasta que duele.

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