Memorias de África: Una película que enamora con su trama, sus personajes, su banda sonora y sus paisajes.

Libremente inspirada en la obra homónima de la escritora danesa Isak Dinesen. A principios del siglo XX, Karen (Streep) contrae un matrimonio de conveniencia con el barón Blixen (Brandauer), un mujeriego empedernido. Ambos se establecen en Kenia con el propósito de explotar una plantación de café. En Karen Blixen nace un apasionado amor por la tierra y por las gentes de Kenia. Pero también se enamora perdidamente de Denys Finch-Hatton (Redford), un personaje aventurero y romántico a la antigua usanza, que ama la libertad por encima de todas las cosas.

La película se filmó en Kenia e Inglaterra, donde se rodaron las escenas ambientadas en Dinamarca. El país africano, poco acostumbrado a Hollywood, no flexibilizó sus normas y restricciones, sobre todo en lo relativo a las armas y los animales. El gobierno keniano, que no permite que los civiles tengas pistolas y escopetas, aceptó que se usara una pistola hecha con papel maché. El uso de leones para algunas escenas tuvo que solucionarse de otra manera: llevarlos en barco desde California.

Las medidas de seguridad fueron extremas y se optó por usar dobles para las escenas más peligrosas o complejas. La escena en la que la baronesa se enfrenta a un león la rodó una doble, pero el director no quedó satisfecho y le pidió a Meryl Streep que la hiciera ella, asegurando que el animal estaría atado por las patas traseras y que ella no estaría nunca cerca. Pero no fue así y la actriz, látigo en mano, tuvo que lidiar con el león. Unos dicen que el animal se soltó y otros que Pollack decidió no atarlo para dar más veracidad a la escena y que el miedo que ella transmite en la película es real. En la historia vemos varias escenas con leones y para mantenerlos a raya llegaron a utilizar extintores.

Las escenas filmadas de noche fueron una pesadilla, ya que los focos atraían a todos los insectos que había en varios kilómetros a la redonda. Los insectos se colaban por todas las rendijas, y sentían especial atracción por la piel de la actriz. En más de una ocasión rodó, sin pestañear, sabiendo que tenía un bicho recorriendo su blusa o, lo que es peor, su cuello.

Memorias de África se estrenó el 22 de diciembre de 1985, el año en el que se celebraba el centenario del nacimiento de Karen Blixen. La cinta arrasó en taquilla, llegando al primer puesto en la lista de ese año y los críticos alabaron el trabajo de Pollack y de los actores, en especial el de Meryl Streep, un nombre que empezó a sonar a Oscar. El equipo llegó a la gala avalado por los premios logrados a ambos lados del Atlántico y compitió en once categorías, el mismo número que El color púrpura. Finalmente, se llevó siete estatuillas (El color púrpura no obtuvo ninguna), pero ni Meryl Streep ni Klaus Maria Brandauer tuvieron premio: Geraldine Page, por Regreso a Bountiful, y Don Ameche, por Cocoon, se los arrebataron. La actriz, eso sí, salió reforzada y el de Karen Blixen se convirtió en uno de sus personajes más queridos por los admiradores. Además, dejó claro que podía interpretar a cualquier mujer, independientemente de su nacionalidad, y desde entonces tiene el título de la actriz de los mil acentos. No es único que tiene. Con Memorias de África logró su sexta nominación al Oscar y ya tiene 21 nominaciones. Solo ha conseguido tres, los mismos que Ingrid Bergman y Frances McDormand, y uno menos que Katharine Hepburn.

John Barry tenía tres Oscars cuando ganó el cuarto por la banda sonora de Memorias de África, considerada una de las 25 mejores partituras para cine de todos los tiempos. Barry es una celebridad en Hollywood y entre otros trabajos destacan las bandas sonoras que hizo para las películas de la saga de 007: es el autor del verdadero sonido Bond.

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